La
noche ya murmura con luna de candil,
huérfana
de batallas, venciendo el frágil día.
La
noche inevitable, sin ruidos de timbal
que
tanto me enloquecen con su táctil silencio.
Asida
a la baranda pido mi recompensa,
esa
calma que exijo para seguir con vida.
Veo
mi ángel caído, aparece muy tierno,
muy
discreto, dormido en tan negro escenario.
Le
ilumina la estrella que quiero para ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario