Suben
ya los sarmientos por mis piernas
y
las uvas resbalan mis tobillos;
zumo en mis dedos tengo.
Es
un misterio, no es un acertijo,
yo
no sé quién me ha hundido en este fango,
ni
sé por qué mis pasos son inciertos,
ni
por qué voy soñando cada noche
que
soy de tierra, aunque tú estés conmigo.
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